Todavía es temprano
para hacer un balance, pero puedo seguir con la entrega y otro gran
Continuará à la fin de este episodio.
La mañana del lunes
nos encontró en las puertas del camping con el agua que apenas
estaba bajando, muy lenta, interrumpiendo aún el paso hacia nuestras
casitas y a casi todo el lugar. Así como habíamos pasado esas
noches y esa mañana de clima del fin del mundo y urgencia y
desesperación, ahora veíamos un paisaje post-apocalíptico, si se
quiere, de lo que deja la visita del agua y, sobre todo, del barro y
la suciedad. Ahí estábamos, frente a esa calma exasperante del río
que no quería bajar, mirándonos las caras, cada uno de los
trabajadores del camping, parados por acá y por allá. Nos reunieron
a todos y nos dijeron: vamos a abrir el jueves. Sé que en nuestro
interior todos supimos que eso iba a ser imposible, pero nadie dijo
nada. Después nos dieron o nos buscamos tareas y botas, y empezamos
a limpiar. En el mismo día trabajé limpiando mobilhomes, secando el
piso de la recepción con papel, respondiendo el teléfono, haciendo
y cancelando reservas, respondiendo mails. No entendía nada.
Ger limpiando esas maderitas del suelo (¿?)
Pero en todos los
días que siguieron no entendía nada, aún hoy no entiendo, sólo
que estoy más tranquila. ¿Quién te hubiese dicho que iba a
terminar evacuando mi pseudocasa por la crecida del Sena? Las cosas
son cada vez más locas. Cuando le contás a la gente que estás
viviendo en París, nadie te imagina con botas de lluvia embarradas
mudando de nuevo todas tus cosas a las once de la noche a través de
un camping vacío de gente y lleno de agua.
La cosa es que
nuestras casitas sobrevivieron, fiú, alivio, alegría en medio de la
tempestad. Alegría inmensa, raíz, hogar. Podríamos decir que en
ese sentido todo volvió a lo más o menos normal. Todo lo contrario
pasó con las tareas del trabajo: con el camping cerrado, al equipo
de la recepción nos tocó contactar cliente por cliente para
decirles que había que cancelar, que no podían venir, recibir sus
quejas, sus enojos porque arruinamos sus vacaciones, y algunas veces,
también, palabras de aliento, es verdad. Y responder miles de mails
de gente que quería saber qué pasaba. Y decirle a la gente que
abríamos el jueves, que todo tranqui, todo iba a estar bien.
Después resultó
que era miércoles y finalmente se aceptó que era imposible abrir:
el camping sigue embarrado, la electricidad es un desastre, y bla bla
bla. Pero oh casualidad que está empezando la eurocopa justamente
en este bendito lugar, y que el camping se iba a llenar por completo
justo este fin de semana, en gran parte gracias al fan club del
equipo de Alemania que iba a coparnos el rancho. Así que acá no
tomaron mejor decisión que abrir sólo para los alemanes, que
efectivamente nos coparon el rancho con sus pancartas y pantallas y
merchandising fanclub, y volver a llamar a todo el resto, a todos los
que les dijimos que abríamos el jueves, para decirles que nop, al
final no pueden venir, porque seguimos cerrados. Entre estas idas y
venidas nos comimos puteadas de varios colores y estresazos y
quilombos que no vale la pena mencionar. En el medio me cambiaron los
horarios. En el medio aparecieron unos gatitos bebés abajo de
nuestro mobilhome que son una ternura.
Ya en casa, me llegó una postal con puffins de Islandia
Así que la vida
sigue, ayer y hoy salimos a pasear. Ayer con Chloé al jardín Albert Kahn, un pequeño paraíso escondido en la ciudad; hoy con Ger al
Mémorial de la Shoah, visita que nos debíamos, y después para
respirar un poco y desatar el nudo en la garganta, al Jardin des
plantes que es lindo al infinito y en donde hay además un oso panda
rojo, lo cual es impagable e increíble. También disfrutamos del
clásico y excelente servicio de restauración parisino, con un mozo
que probablemente haya escupido en nuestros platos y que hasta nos
hizo correr la mesita en donde estábamos para pasar al lado nuestro
con el contenedor de basura, impunemente.
Y qué puedo decir,
acá estamos. Yo estoy contenta porque ayer fue mi segundo cumpleaños
(pregunte si no conoce la razón), y de regalo ahora sé que viene mi
viejo a visitarnos en Octubre. Ya lo estamos planeando. Y la semana
que viene es mi cumpleaños, el original, y no tengo idea de qué va
a pasar en estos días, pero claramente voy a sentirme más vieja y
feliz. Ya vendrá el tiempo de las reflexiones. Por ahora mucha vida,
camino, mucho que vivir.
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