Y Cata
empieza a hablar.
Nos cuenta
que vivió siete años en un barco, nos cuenta del novio francés de su mamá, nos
dice que ahora viven en Uruguay. Nos habla de Ushuaia, de la escuela a distancia,
de la Antártida, de viajar. De lugares. Y nos dice que estuvo en Islandia.
- ¡¿En
Islandia?!
Sí. En
Islandia. Lo cuenta como si no tuviese tanto de lo que hablar, como si no fuese
gran cosa, y Elena y yo no damos más de la alegría, de la emoción, de la
curiosidad. Nos brillan los ojos. Nos late fuerte el corazón. Islandia. El país
de Sigur Ros. El país de Björk. Islandia.
Cuando
escribía en este blog, cuando escribo en este blog, mientras voy desentramando
los relatos como tiras de papel, a veces pienso (por supuesto que pienso) en
personas. Que si tal lo lee, que si tal lo leerá. Me van modelando el relato. Y
el relato me va modelando la vida. Cuando estuvimos en Islandia en octubre de
2016, como parte de nuestro gran viaje, pensé más de una vez en Elena y Cata.
En los ojos brillantes de Elena. Y en por qué se me dio por leer y hablar de
Vonnegut, el mismo que le dio nombre a la librería en la que ella supo trabajar.
En qué será de la vida de Elena.
Porque no
nos vimos más, o nos vimos muy poco.
Pero ahí
estaba yo, sintiendo los duendes y el olor a pedo de los humitos de los cráteres
de Islandia, perdiéndome en los bosques, escuchando la ferocidad de las
cascadas, mirando la aurora boreal, y como Billy Pilgrim, sabía pero no sabía
que el tiempo va tan para adelante como para atrás o en realidad a ningún lado,
y que hoy, en diciembre de 2019, en un día de sentirme de viaje en mi ciudad,
iba a encontrarme en la calle con Elena, y que ella me iba a contar que se iba
a Islandia el mes que viene. Hoy que es como una esfera o una espiral, hoy que
busqué unas fotos de un rollo que saqué hace más de cuatro años, hoy que tan
atemporal fue todo, que me olvidé que tenía una alumna y la dejé plantada. Algo
que, en seis años, jamás me sucedió.
de 2014, descubierto hoy.
- Tenemos
que volver a Islandia, le digo cada tanto a Germán.
Pero hay
algo que es como una tela que nos teje sola, sin que hagamos nada. Es imposible
saber. Lo que sí, ahora que se va Elena, y que siento que entonces yo también
voy a viajar, me parece que hay algo que el universo está entendiendo.