miércoles, 1 de junio de 2016

Ciencia ficción

Me preguntaba cómo hablar de esta nube en la que llueve desde hace días enteros. Hace tiempo que no se ve el sol.
Acá en el bosque mucho está inundado, parte de este lugar también. Alguna gente tuvo que desplazarse a los lugares sin agua y se estima que va a seguir así toda la semana.

Me preguntaba por el trayecto que hice ayer hasta el cuarto de la lavandería, del otro lado del camping. No tengo claro cuándo se hace de noche, y menos con esta lluvia o con esta neblina. Serían las diez y había luz de tormenta, silencio. Estaba segura de que no me iba a cruzar ni a un alma en el camino, sin embargo algunos clientes se desplazaban como fantasmas en la espesura violeta, entre las siluetas de las caravanas y los camping-car. Fue raro, porque tuve tanta calma que me desprendí del pensar y la última persona que vi antes de entrar quedó en mi memoria dibujada en una figura antropomórfica, sí, pero que tiene muy poco de humana.
Escuché de pronto cosas que eran sólo entonación y no palabras, por algún motivo era muy cierto en mi cabeza y en mis oídos que ese idioma sólo podía ser argentino, español si se quiere, castellano, pero argentino. Aún así no pude saber de dónde venían ni qué se estaba diciendo. Quizás me haya equivocado: en el momento estuve convencida. Los lenguajes son confusos, elásticos. Toda esta maraña de mi adentro está escrita, o cantada, en idiomas diversos que usan palabras que quieren decir lo mismo. Este camping está lleno de entonaciones y cantos alegres, enojados, inquietos; muchos pasan por mi boca, y por mi corazón atento.
A veces es confuso.
A veces maravilloso.


Me pregunto sobre este viaje y los viajes y sobre mi adentro. ¿Elegiremos también lo que nos llega, su tamaño y su forma y su paquete y su envío? Quiero decir, que afuera es adentro. Billy Pilgrim miraba las cosas a través de un tubo de varios metros de largo. Me preguntaba de cuánto será el nuestro y cuánto servirá este viaje para ensanchar el tubo y el alma y el pecho, sobre todo abrir los ojos aprendiendo, dejarnos conocer cada vez más al mundo y dejar que el mundo nos sorprenda conociendo las profundidades de nuestros propios firmamentos.


  

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