Me preguntaba cómo
hablar de esta nube en la que llueve desde hace días enteros. Hace
tiempo que no se ve el sol.
Acá en el bosque
mucho está inundado, parte de este lugar también. Alguna gente tuvo
que desplazarse a los lugares sin agua y se estima que va a seguir
así toda la semana.
Me preguntaba por el
trayecto que hice ayer hasta el cuarto de la lavandería, del otro
lado del camping. No tengo claro cuándo se hace de noche, y menos
con esta lluvia o con esta neblina. Serían las diez y había luz de
tormenta, silencio. Estaba segura de que no me iba a cruzar ni a un
alma en el camino, sin embargo algunos clientes se desplazaban como
fantasmas en la espesura violeta, entre las siluetas de las caravanas
y los camping-car. Fue raro, porque tuve tanta calma que me desprendí
del pensar y la última persona que vi antes de entrar quedó en mi
memoria dibujada en una figura antropomórfica, sí, pero que tiene
muy poco de humana.
Escuché de pronto
cosas que eran sólo entonación y no palabras, por algún motivo era
muy cierto en mi cabeza y en mis oídos que ese idioma sólo podía
ser argentino, español si se quiere, castellano, pero argentino. Aún
así no pude saber de dónde venían ni qué se estaba diciendo.
Quizás me haya equivocado: en el momento estuve convencida. Los
lenguajes son confusos, elásticos. Toda esta maraña de mi adentro
está escrita, o cantada, en idiomas diversos que usan palabras que
quieren decir lo mismo. Este camping está lleno de entonaciones y
cantos alegres, enojados, inquietos; muchos pasan por mi boca, y por
mi corazón atento.
A veces es confuso.
A veces maravilloso.
Me pregunto sobre
este viaje y los viajes y sobre mi adentro. ¿Elegiremos también lo
que nos llega, su tamaño y su forma y su paquete y su envío? Quiero
decir, que afuera es adentro. Billy Pilgrim miraba las cosas a través
de un tubo de varios metros de largo. Me preguntaba de cuánto será
el nuestro y cuánto servirá este viaje para ensanchar el tubo y el
alma y el pecho, sobre todo abrir los ojos aprendiendo, dejarnos
conocer cada vez más al mundo y dejar que el mundo nos sorprenda
conociendo las profundidades de nuestros propios firmamentos.
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