domingo, 12 de junio de 2016

Identidad

Hay algo que me atormenta hace días y no sé cómo explicarlo.
Se acerca de pronto mi cumpleaños.

Hace días que Ger quiere que me haga la idea de que este no va a ser un cumpleaños como los de siempre. En casa, con amigos y mucha comida, como me gusta. Claro que lo sé, va a ser distinto. Voy a trabajar hasta las once de la noche viendo y hablando y cobrándole a turistas, lejos de casa. Quizás me anime a hacer una torta, si consigo un horno prestado.

Lo que me va a faltar, todo lo enorme que me va a faltar, es imposible explicarlo, porque posiblemente sea una mentira. Aún no lo sé.

Una tiene un nombre, un vida, una casa. Un gato y eventualmente uno o dos días de cumpleaños. Después agarra y se va de viaje, mete en la mochila algo de ropa y cuadernos, cuatro libros y un disco, de la mano un compañero. Mira para adelante por ansiosa y porque no tiene sentido mirar atrás y ver lo que se está dejando.
Pero en un momento, a tres meses de estar de viaje y no casualmente cerca de la fecha de cumpleaños, aparece como un fantasma, de noche y de día. Y entonces una realiza, realize, réalise, que va a cumplir años y no tiene idea de qué hacer porque ya no es la misma.
Porque una vive rodeada de cosas y de gente y una cree que esas cosas y esa gente son una misma. Es decir que el mate y la casa, el gato y el cumple, todo es identidad, como la ropa y la cara. Y si elige de pronto estar a miles de kilómetros de todo eso que es quizás una máscara, sin darse cuenta está así como desnuda, sin nada. Puede intentar conseguir yerba mate en la más recóndita esquina del universo, puede abusar de la tecnología y de la comunicación para sentirse como en casa, puede llegar hasta a conseguir una guitarra para continuar con sus vicios de locura creativa. Pero la verdad es otra, y en el fondo una sabe que está desnuda, desnudísima, y que no hay vestido ni caparazón que pueda taparla.

Y entonces hay mil caminos.
Es posible que una empiece a desesperar, porque no pender de esa identidad es lo más aterrador del mundo, porque no poder explicar quién se es y cómo se es a través de objetos y gente es difícil. Muy difícil. Puede también querer colmar los vacíos con nuevas casas y gente y objetos en un nuevo lugar: otro fracaso.
Pero por suerte hay mil caminos, y no hay prisa por elegir.


Es probable que en este cumpleaños me sienta muy distinta, y quizás eso también se pueda festejar. Adentro mío ya se escuchan mil tambores y música de fiesta, tranqui, a mi estilo. En mi casa, este cuerpo desnudo y vacío, pero vivo, inmenso, sobre todo vivo.


2 comentarios:

  1. Entrañable Ana... Anita...
    siempre yendo al hueso más profundo y sensible de estar viva... cosa que no es poca, tan inmensa como tu existir. Gracias por compartir semejante desnudez vital, dimensión de la belleza de tu Ser, despojado de toda máscara, en esa intemperie donde te veo arrimando a tu propio fueguito las manos frías, vacías, tus manos...calientes, llenas... esos contrastes que nunca son contradicción sino la revelación invisible de que todo es parte, de que acaso sean la misma cosa...Te agradezco la delicia con que convidás Verdad. Te abrazo desde aquí y extendidamente... siempre

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  2. Ana, il va falloir t'accommoder des racines et des ailes qui poussent petit à petit en toi. Tu vas certainement trembler un peu face à la cacophonie du bourgeonnement. Quitter le nid, gommer certaines habitudes compulsives, se détacher de certains repères inculqués pour te regarder différemment, pour regarder les autres avec un nouvel oeil neuf sur le monde. choisir son bonheur est un risque de la vie, et heureusement! Je t'embrasse. Clément

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