lunes, 10 de abril de 2017

Winter is coming

Ah, eso necesitaba
el primer fresco de hoy
si cambia la estación al fin
puedo sentir el movimiento
un frío chiquito lluvia
y que acá también entonces
las cosas se mueven
cuando camino así otra vez, de noche
y calculo las cuadras que faltan
para que no me asalten o me violen.
Escribir con el hambre
que me dio la tarde,
en la ruta el mítico
señor con cara de mosquito
y los nuevos que no saben
cómo llegar a la facu mañana.
Acá la gente habla sola también
con los aparatitos
además tenemos otras
que descubren lo maravilloso de nacer
en las hojitas del otoño
y hacen grafitis cursis en esquinas de mi
nuevo barrio, “mereces
lo que sueñas”. Yo también
escucho y desespero
el ruido del viento
busco gatitos por las casas
intento desafiar
con la mirada a quien maneja los autos
de las calles y
no me sale, ya lo sé.
Pero al fin cambia la temperatura
y esa noticia es la mejor para
quienes vaciamos la mochila hace poco
y todavía no sabemos
qué poner adentro.


sábado, 8 de abril de 2017

Volver

Hace un mes que vengo postergando escribir sobre la vuelta, entre procesos y debates internos, mareos y jets lags infinitos, días de sueño y noches de un insomnio que parecía de otro planeta. Hubo momentos en los que sentí que hay tantas otras cosas importantes, que están pasando, ahora, acá, y entonces yo así, sentarme, no hace falta. Pero la verdad es que aún no sé si darle un cierre a esta historia, así como tampoco supe darle un inicio con fechas y nombres.

La vuelta era difícil de narrar porque, aunque sabíamos hace tiempo que sí queríamos volver, habíamos decidido que sea una sorpresa y por eso me guardé para adentro tantas sensaciones que tenía desde hace meses: la ansiedad, los proyectos, los fantasmas, los miedos. Tantas cosas que ahora estando acá hace un mes parecen ya no tener sentido, como contar de ese día en Praga en que nos separamos, Ger tomó un bus hacia Eslovaquia mientras yo me subía, quince minutos más tarde, al bus que me llevaría a París, en donde visitaría a mis amigues del camping antes de embarcar a Barcelona, para ir a Madrid, tomar un avión a Lisboa, y cambiar a otro que me lleve hasta Brasilia, en donde finalmente me embarcaría hacia Buenos Aires. Ahí estaba yo tomando buses infinitos, durmiendo en aeropuertos y lagrimeando en el avión con cualquier cosa, desde La la land a Harry Potter 7, mientras Ger terminaba su viaje en camino a uno de los lugares que más quería visitar desde hacía tiempo: Turquía. Volvimos con dos semanas de diferencia y eso estuvo bien, aunque hizo que de algún modo la vuelta tuviese dos etapas distintas, o al menos así fue para mí, que me sentí volver dos veces, como si la vuelta de Ger fuese también un poco el darme cuenta de que realmente volvimos. Y en verdad, todos los días va cayendo una fichita más sobre el asunto, pero siempre hay algo que flota y no termina de cerrar.

esperando, sola

Todavía me cuesta (y no sé si va a dejar de costarme, a menos que, como proponen Pepu y Pablo, empecemos a inventar historias locas cada vez que nos preguntan) participar de las típicas conversaciones, responder a los mismos interrogantes que se repiten en boca de amigues y conocides: ¿y qué fue lo mejor del viaje?¿lo más lindo?¿lo más flashero?¿te quedarías a vivir allá?¿qué comidas probaste? Bueno, y, ¿qué me contás del viaje?... Aunque las intenciones sean buenas y entienda francamente la curiosidad de quien pregunta, se me hace pesado responder buscando formular frases que, al menos, tengan una forma, que hablen de algo. Quisiera contarles, no es que no quiera, ya se sabe, pero es que no hay manera, por ahora no la encuentro.

Puede que escribir sobre la vuelta sea, finalmente, el relato más difícil, porque entre la marea de afectos que volvemos a abrazar y el corazón que explota, todos los viejos hábitos y las cosas que hay que hacer y la rutina y las viejas calles de la ciudad en la que siempre viví de pronto se llevan por completo la simpleza de ocuparnos del momento presente. Acá estamos, acá estoy de nuevo en esta espiral a la que tanto quería volver cuando me sentía incómoda de no tener un hogar y deambular día y noche por los rincones de otro continente. Parece que fue todo tan rápido, se pasan los días como si nada. Acá estoy, feliz del tremendo viaje que nos regalamos, derrumbada por el temblor de la vuelta y el choque de miradas con la gente, la calle, mi familia, mis amigues, y el espejo; acá, curiosa por desenterrar de lo profundo todas las marcas que me fui haciendo en este año de aventuras. Puede que el relato termine acá, pero el viaje y las vacaciones, como siempre, van a seguir viniendo.