lunes, 19 de diciembre de 2016

No tenemos casa

¿Me olvidé de decir, si es que hacía falta, que no vivimos en ningún lugar? O que vivimos en todas partes... Pero es difícil de entender. Para la gente es raro. Para nosotrxs también es raro pensarlo tanto cuando nos piden el código postal. Por reflejo, muchas veces, termino dando el de París, riendo para mis adentros cuando pienso en lo felices que estábamos cuando dejamos de vivir ahí; pero es que si doy el de La Plata, o yo qué sé...

-¿De dónde son?
-De Argentina
-¡Aaah!, ¿y están de vacaciones?
-Más o menos, sí, de viaje
-Ah, ¡qué lindo!¿Cuánto tiempo?
-Y... Eeh, salimos de allá en marzo.
-¡¿En marzo??!
-Sí, bueno, trabajamos primero unos meses en París
-Aaah, entonces viven en París
-No no, ya no vivimos ahí
-Aaah, ¿y en dónde se están quedando ahora?
-Acá, estamos viajando
-Ah, sí, pero, ¿en dónde viven?
-Y, eh.. En ningún lugar
-...

Para los franceses seríamos un SDF, sans domicile fixe. Salvo que los SDF suelen dormir en la calle porque no tienen otra opción. Nosotrxs, por suerte aún no hemos tenido esa experiencia, y por ahora no tenemos domicilio porque así lo quisimos, o así se nos dio. Tampoco hace falta tener mucha plata para hacerlo. La gente cree muchas veces que esto es un lujo. No lo es, o es todo lo contrario. Es una elección. Cierto que Germán ahorró mucho tiempo en Argentina, y que ambxs ahorramos casi todo lo que trabajamos en Francia (y quienes vienen siguiendo este blog hace mucho, saben que la parte del trabajo no fue la mejor), y al menos yo no sé para cuánto más me alcanzará, hasta ahora me alcanzó. Develado el misterio. Pero me alcanzó porque elegimos viajar sin casa y casi siempre incómodxs, con la mochila a cuestas y el alojamiento más barato, si es en casa de amigxs mejor.


“Estamos viajando por Europa hace nueve meses” suena mucho más glamoroso de lo que es, cuando venís de oler el chivo de toda la gente del subte (cuya higiene a la europea es mucho más dudosa de lo que unx se podría imaginar) mezclado con el tuyo que huele bajo todas las camperas que te pusiste para el frío de afuera y no te pudiste sacar porque tenés una mochila atrás y una adelante, que te pesan cada una como un lechón, y nadie pensó en dejarte el asiento porque nadie te miró, o si te miraron, no les importó. Pero está bien. Las fotos las sacamos cuando hay cosas lindas, y a la hora de elegir qué contar, casi siempre queda lo mejor. Así funciona el facebú y el mundo de hoy. Ni idea cómo será el de mañana, pero al menos ahora mis compañerxs de la secundaria pueden ver las fotos que subo y creer que la paso como una vedette paseando todo el tiempo por lugares de película.
Vivir así es como cualquier cosa que unx elige en la vida, y es posible. También agotador. No es nada raro: no vivimos en un continuo estado de sorpresa por todo lo que estamos viendo. Quizás porque a todo nos acostumbramos; quizás nuestros cuerpos y mentes quieren que así sea para no caer en ese estado de shock. Ni idea. Pero es así, y hasta se van formando pequeñas rutinas dentro de la desordenada continuidad. Tan divertido y desafiante como cualquier proyecto que se emprende con decisión.
Sólo que no tenemos casa, y eso muchas veces hace extrañar, y enfermarnos y demás. Pero ya estoy mejor, ¿no se nota?

finalmente conocí Segovia

y Salamanca, hoy



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