jueves, 17 de noviembre de 2016

Roma, te quisimos

Roma, nos engañaste: al principio te hacías pasar por París, con tus avenidas y tus puentes, y el Tíber queriendo hacerse el Sena... Te pareciste tanto a París la primera noche, pero resultaste ser mucho más piola. Te quisimos, te queremos, che.
Fueron cinco días que pasamos en Roma, y todos tan distintos. Casi que un proceso, una evolución.

lista aún no terminada

Llegamos y todavía éramos cinco, por última vez, alojadxs a pocas cuadras de ese ¿país? que se hace llamar el Vaticano. No voy a dejar de remarcarlo: todo muy lindo, la piazza San Pietro y sus turistas, la basílica enorme con los chiches y la pietá, pero no te vi ni a vos ni a ningún obispo gordo ir a lavarle los pies a la gente que duerme en el pasaje subterráneo que es la entrada a tu paisito, Francisco. Ni lavarle los pies ni nada más (y por suerte no eran niñxs). Vemos tantas iglesias todo el tiempo: la más grande, la más alta, la que tiene más firuletes, la de la cúpula más redonda, la más cuadrada, la más vieja... Que ya no se me ocurre algo más qué decir, tampoco qué mirar con taaannnta cosa, ahí, en LA iglesa de las iglesias.

herejes (¿borrachos?) de noche en el ticaVano

Sí se me ocurre decir que Roma es mucho mejor, y que se fue haciendo cada día más amable, mostrándonos lo bella que es, dejándose recorrer fácilmente caminando, con edificios lindos e imponentes, pero también ruinas que salen del suelo por todas partes, y pizza y pasta en cada esquina, con precios que no tienen nada que envidiarle a cualquier boulangerito francés. Turistas invadiéndolo todo, como siempre, pero esa parte es inevitable: igual ojo, que cada vez hace más frío (el clima cambió repentinamente esos días, y pasamos de una camisita en Nápoles a emponcharnos con todo en Roma) y tengo la esperanza de que el fresco nos vaya haciendo cada vez menos en esta selva.

nostalgia en el metro romano

Estuvo el día en que me perdí la capilla sixtina, después recorrimos algo más (Piazza Navona, Trastévere, la infaltable Fontana di Trevi, el Panteón...) y despedimos a Edu, Pau y Stefi, agradecidxs por el tremendo viaje que nos hicieron pasar. Después seguimos por nuestro lado pero aún en Roma y con el auto, esta vez en una habitación en la casa de Daniela, una típica señora italiana simpática, bajita e hiperactiva que tiene su propia interpretación del airbnb según la ley y nada más que la ley, así que no podíamos usar la cocina o el lavarropas pero a cambio nos sirvió el desayuno las dos mañanas muy alegremente. Vimos el Coliseo (yo sólo de afuera, porque, como para tooodo, hay que pagar), las ruinas del Foro Romano, varias iglesias (en una el Moisés de Miguel Ángel, rodeado por andamios), y el último día nos despedimos de la ciudad con la luna y una vista hermosa del atardecer desde arriba de la “marmolata”, o mermelata, algo así le dice Ger, que vendría a ser el monumento a Vittorio Emmanuele.



Piazza dei popolo

Charlie con su nuevo amico Micello

nos dimos una panzada de ruinas romanas



Se pasaron volando los días en Roma, y se pasaron deliciosamente. Será que en este viaje las cuestiones de tiempo se van alterando cada vez con más intensidad, y a la ciudad eterna este viaje le quedó bien.




PD: en el post anterior me olvidé de contar algo sobre Nápoles que no quisiera dejar pasar. Un día, en el centro, nos encontramos con un grupo de gente con carteles que se estaba concentrando, y charlando con uno de ellos entendimos que se trataba de una manifestación en contra de la guerra, o más bien una concientización sobre cómo Italia sigue contribuyendo con sus fuerzas armadas en conflictos bélicos por varios lugares y poniendo millones en eso. De pronto pensamos, y Ger me hizo notar cómo, durante los meses en que trabajamos en Francia, con nuestros impuestos contribuimos al financiamiento de un ejército que efectivamente participa todos los días en los conflictos que, desde Argentina, sólo veíamos por el noticiero (no es que ahora los vea en vivo y en directo, pero...). En Francia jamás vimos una manifestación específicamente sobre esto. Querramos o no, seguimos siendo turistas, pero eso no nos impide reflexionar de vez en cuando e intentar no ser tan ingenuxs. Espero poder, algún día, explicar algo de esto en un análisis un poco más complejo...


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