lunes, 19 de septiembre de 2016

Lo malo de Saint Malo y lo bueno de tener casa y amiguis

Se nos apelmazó el final de Bretaña, porque llegamos a Saint Malo recién a la tardecita, cargados, nos costó llegar a la casa donde teníamos habitación (otra vez airbnb, habíamos encontrado al mejor couchsurfer del mundo que tenía una foto con una espada láser delante de un cartel de star wars y era ideal a nuestra ñoñez, pero parece que no podía alojarnos...), y al otro día ya queríamos ir al Mont Saint Michel y volver a París, todo junto, porque prepararse para Islandia y las traducciones y bla bla.


Ger bailando en las puertas de la fortaleza






Y eso, hay poco para decir porque Saint Malo es bonito pero sólo en la parte de la ciudad vieja, o quizás esa fue la impresión que tuvimos porque nuestro host no fue tan amable y nos sentimos menos bienvenidxs que en cualquier otro lugar de la Bretagne. Era una casa grande de familia grande en la que, o bien pensaban que éramos tontos, o que no entendíamos nada de francés, o no tenían el más mínimo interés en quiénes éramos ni qué hacíamos. Estábamos en el altillo, que es una habitación bastante grande, linda y re bien decorada, con bañera adentro y todo, pero nada. Poca onda, y encima a la noche parece que había fiesta, a la que obviamente no nos invitaron, pero la escuchamos desde arriba con todas las ganas de poder estar durmiendo en paz. En fin, sí es loco el pueblito que es como una fortaleza rodeada de mar, y por dentro las callecitas finitas y las cosas viejas y la pizza que nos comimos y no mucho más.




Obviamente no llegamos a ir al Mont Saint Michel, porque queríamos ver Saint Malo de día (sólo lo habíamos recorrido de noche) y después la combinación de transportes era o carísima, o con horarios casi imposibles. Casi nos mandamos a hacer dedo otra vez, pero no estábamos de ánimo y terminamos discutiendo. Y sí, a veces está todo bien, a veces se discute. Igual nos queremos. Pero pasa.

Así que tomamos un bus directo a París, que nos dio la sorpresa de pasar efectivamente por el Mont Saint Michel, así que lo vimos de lejos, que al fin y al cabo es lo importante según Ger; y volvimos al camping, que es como un hogar por más que siempre durmamos en una cama distinta, porque hay amigxs. Descansamos, terminé una traducción, festejamos el cumpleaños de Anna ayer a la noche, y ahora ya está. Ente pitos y flautas, dejar cosas y agarrar cosas, nervios por la organización simultánea del viaje que estamos por hacer y del que viene después, a la vuelta de Islandia...

¡Islandia! Nos vamos a Islandia. Una locura.
Muchas de las veces que respondimos a las preguntas sobre nuestro itinerario, contando que íbamos a ir, la gente nos preguntaba ¿Islandia?¿Por qué?.

¿En serio me estás preguntando?
¿Islandia?


Ya vas a ver.

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