miércoles, 13 de abril de 2016

Puesta en común

Venía cruzando el puente de Suresnes, mirando las nubes que siempre me impresionan con los edificios de La Défense de fondo, pensando en ese título: puesta en común. Creo que me gustan las analogías con cosas que nos pasaban en la infancia, porque lo sentí como esos momentos en la primaria en que la maestra nos ponía a compartir los resultados de las tareas que habíamos estado haciendo solos, cada uno en su mundito, en su imaginario. Muchas cosas se me aclaraban en esos momentos, me acuerdo de la sensación, sobre todo cuando no había entendido bien la consigna, o cuando mis ojos que empezaban a ser miopes me habían jugado una mala pasada copiando del pizarrón.



Ayer hablábamos con Ger de cómo nos estamos sintiendo inseguros últimamente. Él con su trabajo nuevo, yo con el mío, la vida acá en general. Muchas veces ser extranjeros tiende a hacernos sentir que somos “menos”, es rarísimo pero es así, por más que sepamos que no, también nos encontramos con tantas situaciones en las que no tenemos idea qué hacer, que terminamos sintiéndonos muy ignorantes, hasta incapaces. Y va desde pagar en una caja autoservicio del supermercado, hasta cosas específicas de nuestros trabajos, que demás está decir, no habíamos hecho nunca antes. Sumado a la posible poca amabilidad del que tenga que venir a ayudaros. Ger sirviendo mesas en francés, yo haciendo reservas de bungalows a alemanes por teléfono y tomando números de tarjeta de crédito mientras respondo mails en inglés, francés y español al mismo tiempo (¿?), todo un matete. Sí, un matete, quiero decir esa palabra y que sigo sin yerba y que me falta el mate.

Pero a la vez, en esta puesta en común que además tenía mucho de ponernos al día mientras comíamos gomitas de Londres en forma de elefantes y monos y leones, nos dijimos otra cosa (en realidad él me dijo, porque si se quiere él siempre es más de ver el vaso medio lleno y yo por lo menos un cuarto siempre tengo vacío). Nos dijimos: “Ey, estamos en París, viviendo, tenemos casa y trabajo, estamos acá. Esto es lo que queríamos”. Guau. Y fue ahí que Ger me recordó ese día de abril del año pasado en que lo llamé llorando, y le dije que no había quedado como asistente de lenguas. Ese día él me dijo que si lo que yo quería era ir a Francia, iba a ir como sea. Y que él iba a hacer todo lo posible para ayudarme.
Y cumplió.
Guau.


Hace bien de vez en cuando hacer una puesta en común: todo ying tiene su lado yang y viceversa, ahora por ejemplo llueve con sol, para variar e ilustrar un poco la idea. Y si bien podemos sentirnos muy idiotas entrando siempre por la salida o pidiéndole a la gente que repita mil veces lo que tiene que decir, también podemos estar felices de haber llegado hasta acá y de estar viviendo esta aventura.  

3 comentarios:

  1. Excelente todo! Se me cruzan muchos razonamientos mientras lo iba leyendo!

    Disfruten chicos, como lo están haciendo!

    Palabras de aliento desde la oficina!

    Chiesa

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  2. Me he topado con tu blog mientras hace semanas planeo y deseo viajar a Francia. No sabes lo mucho que me ha encantado cada post, tan desde adentro, que logró estar por un ratito allá y sentirlo...

    Les dejo un abrazo desde Chile.
    Claudia.

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  3. Muchas gracias! Qué lindo y qué alegría poder compartir el sentimiento. Abrazos!!!

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