viernes, 22 de abril de 2016

De cuando el Lobo y la Osita hacen presencia finalmente en mis escritos, aunque siempre hayan estado implícitamente presentes en el espíritu del relato y en mi corazón

Pero claro...

Si pensamos dos minutitos, tiene mucha lógica. Me propongo un viaje que lleva como bandera la frase “vivir de vacaciones”, y a las semanas consigo trabajo en un lugar en el que la gente... Viene a vacacionar. Y vivo ahí. Es raro, lo sé, porque yo estoy trabajando y ellos no, pero estamos siempre en contacto, y aunque muchas veces los turistas no entiendan que es mi trabajo, compartimos el tiempo y el espacio vacacional. Y eso se parece mucho al espíritu de vivir de vacaciones, si se quiere y se pone un poquito de buena voluntad.

Obviamente no se parece mucho a las vacaciones el dolor de cabeza con el que salgo muchas veces de trabajar, pero ¿qué puedo decir?, salgo y veo una manada de camping-cars, de casitas rodantes en fila, una detrás de otra, cada una con su patente francesa u holandesa o alemana o vaya a saber una de dónde, con sus sticker y sus adornos, hace poco vi una o dos que hasta habían sacado fuera lucecitas de colores para las veladas nocturnas bajo su techito desplegable. A veces se vislumbran adentro una o dos cabezas mirando televisión (sí señor, la gente viene a un camping para ver televisión, si me habrán pedido cambiar de lugar solamente porque el “satellite” no les cacha bien la señal), dos o tres pares de zapatillas en la puerta, muchas veces una mesita y varias sillas, palanganas con la ropa sucia de dos o tres días de viaje en la ruta. Es divertido ir caminando a las 7 de la mañana por ese pasillito de árboles y camping-cars fantasmas, mientras la mayoría duerme, e imaginarme todo lo que puede pasar dentro de cada pequeño mundito en el que muchos aman alojarse durante días, semanas, meses. No puedo evitar pensar en el Lobo y la Osita, siempre latiendo conmigo y con nosotros desde antes del principio de este viaje. No puedo evitar esquivarle siempre a las casualidades y sentir que el camino es bondadoso y aventurero conmigo, con nosotros.



Estos días fueron algo difíciles porque Ger estuvo en conflicto con su trabajo, ya se sabe que ser mozo no es más agradable que ser recepcionista, menos si a eso se le suman tareas varias de mantenimiento del lugar y otros condimentos que por ahora no voy a mencionar, salvo el más importante: que justo cuando yo salía de trabajar, él entraba, y que sólo nos pudimos ver con tranquilidad en nuestro franco semanal, y en dos horas de pausa que tuvo a la tarde todos los días, en los que eventualmente nos jugamos un truco o nos tomamos un mate (que yo me tomé porque él no quiere, pero ¡qué felicidad, con mi yerbita!). Hablo en pasado porque como dije el camino es generoso, y finalmente a partir de la semana que viene nuestros horarios van a coincidir mucho más, con suerte vamos a aprovechar las tardes para hacer lo que se nos de la gana.

Así que hoy hay otro clima, metafórica y literalmente, por contraste con los días tristes y soleados del resto de la semana, hubo nubes y humedad desde temprano, pero estamos contentos. Planeando ya los viajes de septiembre, el tan ansiado mes en que este trabajo de vacaciones va a dar paso a unas merecidas vacaciones de pé a pá, hechas y derechas, como dios manda, o el camino, o vaya una a saber qué.




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