domingo, 10 de abril de 2016

Fire, walk with me

Qué fin de semana Teté.
Qué vidita esta.

Mientras le doy de a cucharitas al nutella barato, intento decidirme cómo escribir o sobre qué escribir o qué decir que no suene como lo que ya vengo diciendo, porque en verdad es todo como vengo diciendo y a la vez es todo diferente cada vez.
Vivir acá ahora para mí es también estar en contacto permanente con una realidad que cambia todo el tiempo, como un colchón de hormigas y arena movediza que va y viene para cualquier lado, o más bien como esos castillos inflables en los que nos metían de chiquitos en los cumpleaños: podías saltar, y después hundirte y caerte en el mismo lugar, y a la vez inevitablemente moverte y rebotar cada vez que los demás saltaban, y además el piso nunca era estable. Sí, más o menos así me siento.
Lo loco es que creo que coincide esta sensación interna con una realidad social, que es la que mencionaba el otro día con respecto a lo que está pasando con el movimiento de la gente, sobre todo de los jóvenes, de la Nuit Debout en Place de la République. Hay como una cosa de que no se sabe qué va a pasar, flotando en el aire. Aunque obviamente es mucho más complejo. A propósito, recomiendo sinceramente leer la crónica de Marco Teruggi sobre el asunto, a mí me sirvió mucho para empezar a contextualizar e intentar entender lo que pasa. Se los va a explicar mucho mejor que yo.

Al margen de todo esto, curé mi envidia de que Ger se haya ido a Londres a aprovechar sus últimos días de vacaciones, aprovechando mi fin de semana para trabajar desde las 7 a.m. con toda la onda, a lo cual se le sumó un concierto y un baile que no tuvieron desperdicio.
El viernes me fui al Pompidou, y por sólo 18 euritos (dejemos de hacer el cambio mentalmente porque es poco sano) me compré la última, sí señores, la última entrada que había para un recital de versiones de la música de Twin Peaks, por una banda que se llama Xiu Xiu (que yo creía que iba a ser un chino loco, pero igual no me defraudó). Y nada, todo se volvió muchísimo más azul que antes (porque aunque Twin Peaks sea cortina roja, para mí siempre va a ser muy azul). Y ahí estaba yo sentadita entre la gente, sentadita pero rebotando en el colchón inflable, feliz de la vida. Todas las primeras canciones me dieron más o menos un minuto de escalofríos.

(quise subir un video, pero creo que el pobre internet de mi celular no alcanzó)

Y por último el cumpleaños de Paula ayer a la noche, que nos invitó a un bal que bien podría ser una de esas fiestas del Nacional a las que íbamos a los 12 años, cuando recién empezábamos la secundaria, aunque con bastante más alcohol, cigarrillo y gente apretada bailando, pero muy divertido. Si en el boliche de la otra vez escuchábamos “I know you want me, you know I want you”, acá se esuchó desde Manu Chao hasta las Spice Girls, pasando por Rage Against the Machine, Charles Aznavour y Jacques Brel. Obviamente el encontrarme con gente de Argentina (y con franceses que igual hablan español) hizo que me sintiera más en casa. Y la buena onda, y el colchón inflable, y nada. Estoy contenta. Cansada, pero contenta. Descubriendo cositas.

Y sigo comiendo nutella, disculpen si se me fue un poco la mano con el azúcar.


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