martes, 7 de febrero de 2017

Bosnia y Herzegovina, y Montenegro

En realidad lo que recorrimos de esos dos países puede resumirse a dos ciudades, pasando por varias fronteras en el medio.

los chiquis en el puente de Mostar

Como había contado, Ger nos dejó en Mostar y se fue esa misma noche de vuelta un largo camino hasta Zagreb, para devolver el auto. Para sorpresa de todes, apenas lo revisaron y parece que la historia del conejito quedó atrás, y si se dieron cuenta de los daños después, no nos enteramos. De todas formas era sólo cuestión de estética, porque el auto estaba andando. Grandes, croatas.

Pasamos tres noches en Mostar, la ciudad que elegimos visitar en Bosnia, alojades como siempre por airbnb en lo de Jelena, buena onda, en la fachada tenía un mural muy bonito de una mujer andando en bici, probablemente la casa más “hippie” en la que nos quedamos. En base a las pistas que fuimos viendo por la casa nos enteramos de que Jelena tiene una banda, una mañana con Migue la pusimos en youtube y la escuchamos: de pronto estaba cantando canciones tradicionales sefaradíes en español. Muy lindo y cómodo el lugar, ahí pasamos un día solos con Migue mientras Ger se hacía revisar hasta los calzones en la frontera, fuimos a la parte histórica que es muy bonita y muy distinta de lo que veníamos viendo, cuyo atractivo principal es un puente muy viejo (en realidad, era del 1500 pero lo destruyeron en el 93 durante la guerra, y lo reconstruyeron tal cual hace unos años) que es, as always, patrimonio de la UNESCO. En general, se notó mucho el cambio con respecto a Croacia: lo primero que nos impactó fue, ya en el camino, ver la cantidad de casas completamente baleadas, llenas de agujeritos y a veces agujerotes de balas o bombas o vaya una a saber qué cosa, combinadas con edificios enteros en ruinas, todo quedó así de la guerra de la ex Yugoslavia, y así son las calles, con esa parte de la historia presente en cada fachada, para la gente es normal, es sólo algo más. Otra cosa fue empezar a ver mezquitas, que por cierto son muy diferentes de las que conocíamos con Ger, que habíamos visto en España o en Marruecos: las de acá tienen una arquitectura distinta, más bien bizantina con grandes cúpulas y minaretes finitos en punta, como de castillito. De todas formas, en Bosnia también hay católicos y ortodoxos, de modo que también vimos iglesias varias, una mezcla interesante.

en el 93 bombardearon el puente




por todos lados veíamos graffitis y murales de Red Army 1981, flashamos, y al final era el nombre de un equipo de fútbol 

balazos

escribiendo sobre Croacia

Fue un poco más gris el segundo día en Mostar, ya se sabe, por mi abuela, con ese aire extraño que traen las noticias de la muerte, con el corazón confundido salimos a caminar. En un momento en que me distancié un poquito, se me acercó un tipo que me empezó a hablar y a preguntarme si necesitábamos información o queríamos saber algo sobre el lugar: después se acercaron los chicos, empezó a hablar, y de pronto estábamos haciendo una especie de free walking tour caído del cielo con un guía personal que nos llevó por todos lados. Estuvo bueno, y aunque a mí se me hizo un poco largo por la pesadumbre interna, aprendimos un montón sobre la ciudad y sobre esta mezcla rara que es Bosnia, país que a su vez tiene adentro una especie de otro país que se llama República de Sprska (¿? sí, es así) con una distribución geográfica muy extraña, un sistema político incomprensible, y una población que se divide entre bosniaks, croatas y serbios, tres etnias distintas que tuvieron bastante que ver con lo mal que lo pasaron durante la guerra de la separación de la ex Yugoslavia.

attention, dangerous ruin

fotos bizarras de Mostar

miau

Al día siguiente salimos muy temprano a tomarnos un bus (que creíamos que era uno, y después nos tuvimos que bajar y subirnos a otro, todo con escasa información y comunicación de parte de les bosnies que son un poco dures)(sí, ahora estoy con la e) para cambiar de país, rumbo a Montenegro. Lo gracioso es que, aún estando tan cerca, tuvimos que pasar cuatro controles de frontera, porque el bus iba primero a Dubrovnik, de manera que hicimos salida de Bosnia, entrada a Croacia, salida de Croacia, entrada a Montenegro. De Croacia a Bosnia y de Bosnia a Croacia ya habíamos hecho varias, entre pasar a Dubrovnik desde Split (se requiere mirar un mapa para entender esta situación), y a Mostar desde Dubrovnik. En fin. Los pasaportes llenos de sellitos.

De Montenegro, entonces, sólo conocimos Kotor, ciudad al borde de un lago enorme y bellísimo que prácticamente vimos nada más que desde el bus, porque el clima se puso feo y nunca mejoró. Paseamos, entonces, un poquito por el pueblo ese mismo día: otra vez murallas medievales y ondas italianas, muy tranqui. Aprovechamos el segundo día de lluvia para estar todo el día en casa y descansar, hacer panqueques, hacer nada. Estar.

el centro en Kotor



desde la muralla

Kotor tiene unas murallas larguísimas que suben por la montaña

panqueques

También intentamos, como siempre, hacer averiguaciones sobre transportes, alojamientos y combinaciones que teníamos que hacer los días siguientes, cosa que siempre es un lío tremendo por acá. Finalmente, al tercer día salimos, todavía con lluvia, hacia la terminal, rumbo a un nuevo fantástico y muy distinto país, sobre el cual muy prontito voy a contar.

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