sábado, 29 de octubre de 2016

Chau París nos vimo en el corso

Parecía el fin del mundo allá en París, irnos de Bilbao, la lluvia y la cantidad de gente, despedir a lxs amiguis, todo el equipaje que no entraba en ningún lado y el metro con bolsas y mochilas enormes, parecía el fin del mundo el del hotel de papá que no encontraba la reserva, la tía Marta gritándome por teléfono cosas que decidí olvidar, parecía el fin del mundo despedir a papá, dejar el aeropuerto y atravesar la ciudad para subirnos a un bus al mismo tiempo que su avión despegaba y parecía el fin del mundo pero no. Porque el viaje siempre debe continuar. O así queremos.
Y así nos encontramos una mañana en Marsella, con Pau, Edu y Stefi (respectivxs madre, padre y hermana de Ger) recibiéndonos en un hermoso departamento, listos para unirse por un ratito a estas vacaciones.

La familia, las ciudades mediterráneas, las palmeras y el mar cambiaron mucho el panorama de lo que habíamos vivido hasta ahora, aunque ya nos habíamos puesto costeros en Bilbao y los pueblitos pesqueros de Bizkaia. Eso sí: siempre encontramos a alguien que nos mime. Puede que viajar de a cinco sea algo más difícil que viajar de a dos, en cuanto a lo que moverse y tomar decisiones se refiera, pero así también es otro desafío y otras posibilidades.

noche en Cassis

 Así que empezamos por el lado francés (ahora que estamos en Italia es difícil no comparar, no renegar con la propia memoria pa encontrar cosas lindas que decir de ese costado, pero tan poco tiempo tenemos entre viaje y viajecito que es imposible encontrar el momento de ir narrando y se me atrasan las historias, así que sale todo de golpe, así en un flujo de sueño que me agarra a mezzanote luego de una cena y un vino tano y un día tano que mamma mia, y todavía me queda la ducha), en una Côte d'Azur que siempre me imaginé soleada y top, pero que fue simplemente top y lluviosa y nublada. El toque mágico de la historia tras los muros de iglesias y murallas y castillos siempre está, de los puentes también, a veces se suma el cholulismo que ataca fuerte, como las ganas que tuvimos de irnos a Avignon a bailar bajo su puente.


Marseille

Bajo el puente de Avignon...

...también pasan rutas y autos.

Confirmamos que Francia sigue siendo Francia y la gente sigue hablando francés hasta en el sur (a veces con un acento muy mignon hasta para putear, eh, putain), pero qué querés que te diga, a mí hubo algo de esos colores, de esa mezcla de callecitas viejas con paredes sucias y avenidas grandes decoradas con palmeras y murales, sobre todo en Montpellier, que me hacían pensar que estaba en La Habana o por ahí nomás. Será que Pepu me contó que pronto se van de visita a Cuba (porque algo hay en nuestros viajes que se paralela o se conexiona -perdón por las palabras, es la hora-) y me agarró como una nostalgia.


callecitas en Montpellier

también fuimos a Toulon

Y después, nada, en Saint Tropez hay postales de gente en bolas. Y casitas naranjas y rosas y amarillas, y veleritos por mil. Y turistas que pagan, y callecitas que suben, y así. Es gracioso, lo mismo Cannes en donde una va caminando pensando si Catherine Deneuve compró pescado en esa pescadería o los Cohen compraron curitas en la farmacia de la esquina. Obvio que no. Pero también hay barquitos y baldosas con manos de famosxs del cine. Y el lugar donde se hace el festival. ¿Qué más...?
puertito Saint Tropez

en el pueblito medieval de Éze

dejá de poner manitos y sacá la dos de tiwn peaks. Gil.



Después vino Mónaco, que vendría a ser otro país, de más o menos veinte cuadras, cosa que no se entiende (de una calle a la otra cambiaste de nombre, ¿qué te pasó?), y ahí el cholulismo puede llegar a niveles extremos, entre las ferraris y los yates y veleros y el casino de los ricos y bla bla. Todo esto tiene su costado lindo, no llegaría a decir poético, con el mar siempre acechando las casitas locas, las rositas y naranjas, y los cerros y montañas atrás. Sí, de los paisajes que vimos, no nos podemos quejar. Quizás un poco del mareo que vienen dando algunos caminitos de montaña (porque vamos en auto, ¿me olvidé de contar?), pero eso ya se va a solucionar.

cuando todo se vuelve muy bizarro entre príncipes, princesas y ferraris

frente al casino de Mónaco

De nada nos podemos quejar. Siamo in Italia, la bellissima, hace varios días ya, pero eso es otra historia que contar. Prontito prontito, ya vieni vendrá.

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