Y así nos encontramos una mañana en Marsella, con Pau, Edu y Stefi (respectivxs madre, padre y hermana de Ger) recibiéndonos en un hermoso departamento, listos para unirse por un ratito a estas vacaciones.
La familia, las ciudades mediterráneas, las palmeras y el mar cambiaron mucho el panorama de lo que habíamos vivido hasta ahora, aunque ya nos habíamos puesto costeros en Bilbao y los pueblitos pesqueros de Bizkaia. Eso sí: siempre encontramos a alguien que nos mime. Puede que viajar de a cinco sea algo más difícil que viajar de a dos, en cuanto a lo que moverse y tomar decisiones se refiera, pero así también es otro desafío y otras posibilidades.
noche en Cassis
Así que empezamos por el lado francés (ahora que estamos en Italia es difícil no comparar, no renegar con la propia memoria pa encontrar cosas lindas que decir de ese costado, pero tan poco tiempo tenemos entre viaje y viajecito que es imposible encontrar el momento de ir narrando y se me atrasan las historias, así que sale todo de golpe, así en un flujo de sueño que me agarra a mezzanote luego de una cena y un vino tano y un día tano que mamma mia, y todavía me queda la ducha), en una Côte d'Azur que siempre me imaginé soleada y top, pero que fue simplemente top y lluviosa y nublada. El toque mágico de la historia tras los muros de iglesias y murallas y castillos siempre está, de los puentes también, a veces se suma el cholulismo que ataca fuerte, como las ganas que tuvimos de irnos a Avignon a bailar bajo su puente.
Marseille
Bajo el puente de Avignon...
...también pasan rutas y autos.
Confirmamos que Francia sigue siendo Francia y la gente sigue hablando francés hasta en el sur (a veces con un acento muy mignon hasta para putear, eh, putain), pero qué querés que te diga, a mí hubo algo de esos colores, de esa mezcla de callecitas viejas con paredes sucias y avenidas grandes decoradas con palmeras y murales, sobre todo en Montpellier, que me hacían pensar que estaba en La Habana o por ahí nomás. Será que Pepu me contó que pronto se van de visita a Cuba (porque algo hay en nuestros viajes que se paralela o se conexiona -perdón por las palabras, es la hora-) y me agarró como una nostalgia.
callecitas en Montpellier
también fuimos a Toulon
Y después, nada, en Saint Tropez hay postales de gente en bolas. Y casitas naranjas y rosas y amarillas, y veleritos por mil. Y turistas que pagan, y callecitas que suben, y así. Es gracioso, lo mismo Cannes en donde una va caminando pensando si Catherine Deneuve compró pescado en esa pescadería o los Cohen compraron curitas en la farmacia de la esquina. Obvio que no. Pero también hay barquitos y baldosas con manos de famosxs del cine. Y el lugar donde se hace el festival. ¿Qué más...?
puertito Saint Tropez
en el pueblito medieval de Éze
dejá de poner manitos y sacá la dos de tiwn peaks. Gil.
cuando todo se vuelve muy bizarro entre príncipes, princesas y ferraris
frente al casino de Mónaco
De nada nos podemos quejar. Siamo in Italia, la bellissima, hace varios días ya, pero eso es otra historia que contar. Prontito prontito, ya vieni vendrá.
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