Ya habíamos
escuchado eso de que apenas te vas de Francia (y/o rumbeás para el
lado de España) la cosa empieza a cambiar, te sentís “mejor”,
porque la gente es diferente.
Efectivamente. Todo
es diferente.
No nos había pasado
con Islandia porque allá (ya se sabe) están todxs locxs y son fríxs
y bastante poco felices para el trato con otrxs. Y resulta que ahora
caímos en el mejor lugar, no sólo porque la gente es más copada, y
hay un ambiente distinto (“las callecitas de Bilbao tienen ese, qué
se yo...”), sino porque estamos en casa, en Casa, siendo acogidxs,
alimentadxs y guiadxs por dos grandes que pronto bautizaré como el
tío Néstor y la tía Amagoya. Ya sentimos un poco ese nuevo corazón
la primera noche que llegamos y salimos a dar una vuelta con Ger por
el casco viejo, justo era el día anterior al feriado del “día de
la hispanidad” y nos encontramos con la gente y los “txiquiteros”
(se lee chiquiteros) cantándole a la virgen de Guadalupe, o a la
vida, entre las callecitas estrechas llenas de barcitos y balcones,
amontonados, con alegría.
Bizkaia es una de
las provincias del País Vasco, del cual voy aún lentamente
aprendiendo algo de historia, que además de tener como capital a
esta linda ciudad de Bilbao, está llena de paisajes hermosos, sobre
todo montañas, mesetas y mar, pegaditos, y pueblitos pesqueros
coloridos con puertos nuevos y viejos. La vasquería parece estar
orgullosa de todo eso, y tiene razón.
Bilbao (de donde es
el típico “bilbaino fanfarrón”) en sí es loca, porque al
parecer era antiguamente una ciudad completamente industrial, llena
de usinas y contaminación, y desde hace un tiempo se empezó a
volcar al turismo y a pedirle a arquitectxs loquitxs del mundo que
hagan cosas extrañas por ahí, como el puente de Calatrava que como
un gil lo hizo todo resbaloso y hubo que ponerle alfombra a su pesar,
o el masacote de curvas de metal que se hace llamar Museo Guggenheim,
sí, acá. Una locura de formas extrañas, ventanas, columnas y
escaleras que vale la pena visitar, y que (a diferencia de los
supermuseos de París) tiene la ventaja de poder verse entero en un
día. Pero sin hablar de metereología (porque ahí cagamos), en sí
el clima es bueno, la gente hasta se nos ha acercado a ayudarnos en
el metro sin que preguntemos nada, y, algo que se repitió en toda la
región, todxs están en la calle, tomando algo de pie en un barcito
o cafecito, charlando, compartiendo. La vida se hace en la calle,
hasta para lxs más viejitxs.
el monstruo Guggenheim
Así que pasamos una
semana muy agradable, Ger y yo salimos mucho a recorrer, en metro,
tren o bus, mientras papá, Néstor y Amagoya hacían un programa más
tranqui, caminando por el casco viejo o simplemente charlando en
casa. Comimos de lo lindo (ayer en el restaurant, por el precio de un
menú tuvimos primer y segundo plato -ambos podrían haber sido dos
comidas separadas-, postre, pan, agua y vino. París como punto de
comparación no puede ser peor!), y disfrutamos de la gentileza de
lxs de acá. Un día perdimos el único bus que nos llevaba a una
ciudad desde un punto algo distante en el que habíamos hecho una
caminata (San Juan de Gaztelugatxe), hicimos dedo hasta la parada de
otro bus en la ciudad (Bakio), y terminamos tomando chocolate
caliente en una especie de club de jubilados con mesitas para jugar a
las cartas. Al otro día ya estábamos disfrutando de una cervecita y
sintiéndonos top en San Sebastián. Y luego más pueblitos, y gente,
y sol a pesar de que habían pronosticado lluvia. Y el camino nos fue
llevando. ¿Qué más se puede pedir? No tener que volver a París,
¡por favor!
en Bermeo: presos y refugiados, a casa! (presos políticos, claro)
San Juan de Gaztelugatxe, subite una escalera
San Sebastián en octubre, otra que Mar del Plata en febrero
atardecer en Las Arenas
Pero lo bueno es que
sólo será un día de estrés, despedidas, y pronto más encuentros
y familia, y como siempre, otras rutas para seguir.
de cafecito en una terraza. Falta Ger, que ofició de fotógrafo.
¡Gracias!
nos pasa lo mismo cada vez que nos vamos de toronto. creo que incluso en parís nos sentiríamos más a gusto, y ya sé que eso es decir muuucho, pero al menos hay panaderías!
ResponderEliminarvayan a grecia, la comida no se puede creer, y los griegos parecen enojadisimos todo el tiempo pero en realidad son buenos. es muy parecido a estar en argentina.
aguante españa igual. vale la pena de pe a pa me parece.