lunes, 29 de agosto de 2016

Partidas

Parece que París se acordó de que era verano recién al final, y la última semana nos encontramos encerradxs en el mobilhome que gracias a los dioses del camping tiene aire acondicionado, con días de calor fuerte. Se vino toda la intensidad de golpe, y me tocó la puerta: hola Ana, estás acá?

Sí, estoy acá. Todo sigue siendo un desafío.

Cuando me fui de viaje, yo me iba, y nunca me imaginé que en el medio me iba a tener que encontrar con otras partidas. El viaje es tan vida que en el camino toca vivir las muertes, pero jamás pensé que desde acá lloraría la del papá de mi hermana, mi mejor amiga.
No tengo muchas palabras para el mundo al respecto, sólo para ella. Se hace difícil aceptar la distancia siempre, pero más cuando la intensidad de las emociones nos hace perder la ilusión y la cabeza. Se hace díficil pero al final, es la única que hay. ¿Entonces estás, acá? Sí. Estoy acá.

Y pronto ya no, porque celebro en este momento el fin de mi trabajo en el camping, y en breve partimos para ya no tener más hogar. Se termina este ciclo tan intensamente en mi interioridad, que poco puedo hacer para “aprovechar los últimos días”. ¿Qué hago en París con toda mi lista de museos pendientes? Nada. Ya fue, ya está. Aceptar.
Eso sí: para coronar con honor este final, llegó el regalo que me hice hace unas semanas atrás, cuando pagué por mi entrada al festival Rock en seine, y sin darme cuenta estuve cumpliendo uno de mis sueños escondidos en algún lugar de la memoria, viendo en vivo a los hermosos de Sigur Ros. Me regalé las lágrimas y la alegría de ese momento, me regalé pasar un día hermoso con Paula, escuchando músicas y tomando cidre, comiendo caramelos porque me bajaba la presión entre el calor y la gente y la nueva dimensión de estar viviendo ese increíble recital.

En dos días nos vamos para Alsace, ya tendremos tiempo de hablar de despedidas y contar.

Hoy no tengo tantas palabras. Quizás también me ponga triste la sensación del final.  


1 comentario:

  1. Aún detrás del recodo quizá todavía esperen
    un camino nuevo o una puerta secreta;
    y aunque a menudo pasé sin detenerme,
    al fin llegará un día en que iré caminando
    por esos senderos escondidos
    que corren al oeste de la Luna, al este del Sol.

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