jueves, 4 de agosto de 2016

Cuenta regresiva

Es loquísimo, de pronto falta muy poco para irnos, menos de un mes para que termine el contrato en el camping y escapemos de París, o sea apenas tres días libres para hacer todo eso que pospusimos porque “ya vamos a tener tiempo, si vivimos acá”. No sé cuál es la lógica del tiempo, nunca voy a entender, hace cinco meses que estamos y hay mil cosas que no pudimos visitar, nunca se alcanza.
A la vez hay que planificar lo que sigue, encontrar dónde quedarnos, cómo viajar, todo eso que es emocionante pero muchas veces difícil y pesado, porque hay que averiguar, escribir, esperar respuestas, ilusionarse y desilusionarse mil veces antes de tener la certeza de que vamos a tener un lugar donde dormir en cada lugar a donde vamos.

En fin, todo eso está por verse, y mientras tanto acá se nos acaban los días y se pasan trabajando fuerte. En el medio tenemos visitas y encuentros: hace unos días vi a mi compañero de la facu Gonzalo que vino a Amiens desde Septiembre a ser Asistente de español (lo que yo quería hacer, ¿recuerdan?), y al otro día recibimos en casa a mi querido profe de Tai Chi, Gustavo, que estuvo de paso acá en París por un día y lo hice caminar como un desquiciado para todos lados, tratando de mostrarle algo de todo lo que “hay que ver”...


desayunando hoy con Gus (mi cara deforme...Es por al gran angular)


Y de esas visitas, quizás pueda sacar muchas conclusiones, pero por el momento se me ocurren dos: la primera, sobre todo gracias a Gus, es que soy feliz recibiendo visitas, que fui feliz sintiendo que se estaba empezando a concretar mi fantasía de que si yo viajaba, por qué no todo el mundo podía viajar, y por qué no encontrarnos del otro lado del océano. Mi curiosa intención de querer arrastrar a todxs conmigo. Fue un buen comienzo, con toda la alegría, y ya estoy preparando las mariposas en la panza para el día en que vengan los demás (conozco a un par que ya tienen pasajes, shhh).
La segunda es que en estos días me vi y me escuché hablar de París y decir un montón de cosas... ¿Pero de dónde sacaste esos juicios, nena? Parece que ya tengo una imagen formada de cómo es el mundo por acá y eso mucho no me agrada. Por ejemplo, no paro de decir que es fea y sucia. Después me retracto y admito que en verdad es linda, sí obvio claro bien sûr, no digas que París es fea porque se te viene todo el público y todo el marketing abajo, y es que pueden ser bellos los techitos azules (¡que de verdad existen y son como se suele decir!) y hermoso e imponente cada edificio público que es un socotroco de Historia, pero que es sucia es sucia, que huele mal no lo vamos a negar. Que después de unos meses se empieza a sentir un poco más de frío en el alma, tampoco, por más que de a ratos hagan 30 grados, antes que vuelva a empezar a llover.
En resumen, parece que al final a París tanto no la quiero, pero no me puedo decidir, porque hay algo en mí que todavía tiene una esperanza, o hay algo en mí que todavía está descubriendo y falta un rato para que pueda sentarme a hablar de verdad. Por ahora digo cualquier cosa, total es gratis y siempre se puede charlar. Tampoco sé si antes de irnos voy a poder tener las cosas más claras, pero no importa, porque algo que también se puede hacer siempre y más allá de toda condición, es disfrutar.

Dale, che. Que no te empiece a dar nostalgia. Que el tango ni siquiera te gustaba en Argentina, y ahora parece que a todos lados lo llevás...







fotos random de estos días en la ciudad. Bonsoir!

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