domingo, 8 de mayo de 2016

Tirage au sort primaveral

Unos párrafos al azar:

París está de primavera, hace días que hay sol y calorcito, de pronto cambia todo el panorama. Salí a pasear un poquito caminando y otro poquitio a bici, se siente tan distinto, a la tarde se llenan los bordes del Sena con mantelitos cuadrillé y copas de vino, gente haciendo picnic, todo muy oh la lá, todo muy lindo.






Par contre, fue un fin de semana agotador, desde el jueves y viernes que era feriado, y el camping se llenó de gente, estaba hasta las pelotas, si se me permite la expresión. Estuve completamente saturada y como tonta después de tanto quilombo mental, un cliente atrás de otro, más todo lo que hay que organizar para que vengan a quejarse lo menos posible. Todo condimentado con el desafío de que aparentemente abrió un nuevo “club” en el medio del bosque en donde estamos, y hace varias noches que se escucha el típico bum bum de la base de un dj que no tiene idea de que hay cientos de turistas que “pagaron por un lugar tranquilo” para su descanso, y que vienen a gritarme en la cara a las 7 a.m. (justo cuando estoy sola en la recepción) que les devuelva su dinero. Es feo ver a la misma gente que antes fue amable conmigo, entrar con cara de perro a decir “I want my money back” y descargar su furia en mi cara. Yo todavía soy frágil frente a las quejas, y sólo puedo decir que yo también duermo acá, y que tampoco pude dormir, y que además yo estoy trabajando y cumpliendo horarios, lo cual es completamente cierto. Y peor aún para Ger, que estuvo corriendo literalmente todos estos días en su trabajo.

È un mondo difficile.

Y así es la primavera, potenciando todo, haciéndolo explotar. Mientras tanto, y a pesar de todo, yo le tomo cada vez más gustito a una sola parte de mi trabajo: el intercambio, la interacción con gente de todos lados. Desde mis colegas, hasta personas que sólo veo por un ratito cuando llegan y se van, pero que muchas veces me dejan algo (no material, obvio, salvo el tipo que me gritó en la cara ayer y después le dio culpa saber que yo sólo era una empleada, que nada podía hacer con respecto al boliche, y me dejó dos euros para que me tome un café. Y sólo los dejé en el tarro de las propinas, porque tampoco supe qué hacer), aunque sea sólo el placer de haber tenido una mínima conversación. Tomo pasaportes de muchos lados todo el tiempo, me intriga la vida de las personas que tengo en frente, despierta mi imaginación y mis ganas de conocer el mundo. Cada vez me animo más y me suelto a hablar con los clientes, porque creo que es una oportunidad única, y hasta ya me encariñé con algunos que estaban hace rato y que pronto se van o se fueron, incluso con algunos que sólo tuve al teléfono. Pero eso forma parte, y me gusta también: vienen y se van, siempre es pasajero, cambiante, y hay que aprovechar la oportunidad. Se parece mucho a la idea del viaje que vengo teniendo, en la que el movimiento y el cambio es una constante.

Todo esto tiene también un aire a que hay algo que recién está por empezar.

Creo que mañana llueve de nuevo, y también tenemos nuevo fin de semana, así que pronto habrá nuevas noticias, como siempre, espero, para renovar estas crónicas que un poco son un cable a tierra, una manera de centrarme, un hogar.

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