lunes, 9 de mayo de 2016

Petite mort

Acá la gente no se abraza.
¿Se abraza menos, quizás? Muy poco.
Tampoco es obligación el beso en el cachete, aunque cuando se dan vengan de a dos.
Pero la gente acá no se abraza... No.
Llegan y se van a muchos centímetros de distancia. La palabra, y a veces el silencio basta como despedida. Es raro.
El otro día hablé dos minutos con una argentina que no conocía, y cuando me fui me saludó con un abrazo. No supe qué hacer.
Tanto así cala el frío en estos lados, aunque sea primavera.
¿Será que me faltan mis amigues, será que quiero abrazar a mi familia, a mi hermano y a todos, en este momentito, en este acá tan lejos?
No se abraza, acá, la gente.
Son costumbres. Hábitos.

Pero una debe poder elegir a qué quiere acostumbrarse.
Y yo pienso seguir extrañando y respondiendo con torpeza. Sí, pero en la ternura de lo cercano. En la confianza de la proximidad y del prójimo, jamás en la ignorancia de lo ajeno.
Al menos así, en mi imaginario, me conformo y me contengo.

Abrazo dulcemente mi fueguito interno, y enciendo una chispa entre los ojos, con la esperanza de alumbrar una sonrisa en otra cara, en otro rostro, en otro fuego.

1 comentario:

  1. Oh Anita, como tenes razon. Los saludos son mas que frios no, allà. Entre darse la mano, decirse sin sonrisa "bon, salut", o irse con un simple signo de la mano, estamos lejos del cariño que te da un abrazo. Entiendo tu extrañamiento... Pero Basta!! Tenes Queso de cabra, tartes, clafoutis, Eclairs au chocolats, croissant aux ammandes, iles flottantes!!!! Relativisa y hacerte un abrazo digestivo. Te mando un abrazo + un beso.

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