miércoles, 3 de febrero de 2021

Todo va a estar bien

 

Hace poco escuché una conversación entre Ed O’Brian y Jim Jarmusch en la que el primero le elogiaba al segundo la importancia de las transiciones en sus películas: cómo llegan los personajes de un lugar a otro, sus desplazamientos; básicamente, el lugar que tiene el camino, el ir, pero no tanto el llegar, en sus historias.



Estoy escribiendo en la transición de las transiciones, una escala de 11 horas en San Pablo que inicialmente debía ser de 5 o 6 pero así son los cambios de vuelos, de pronto te hacen instalarte en un Starbucks a robar wifi pedorro y tomar suco de laranja integral para sobrevivir al tiempo, recordar la nada transportadora de los días enteros en aeropuertos y que siempre fuiste mala con el portugués, más con barbijos de por medio. Pero tenemos a Ella Fiztgerald de fondo, alguien le hizo ese regalo a este rinconcito en el refugio de quienes, por algún motivo, estamos viajando en una época en la que viajar parece prácticamente imposible.

¿A dónde irá la gente que está viniendo a pedir capuchinos y juguitos? ¿Qué les pasó? Si los aeropuertos siempre fueron fértiles para la imaginación en mi cabeza, ahora las apuestas se redoblan y de algún lugar en mi cuero cabelludo florecen hipótesis sobre las vidas de las gentes cada vez más extravagantes. Me gustaría escribirlas y venderlas en una máquina expendedora como los ramos de flores que vi hoy.



Del vuelo que venía de Buenos Aires, somos 3 que vamos a tomar el mismo avión a Canadá. Hasta ahí llegó mi investigación. Cuando nos dimos cuenta de eso esperando en la cinta nuestras valijas que nunca llegaron (queremos creer que van directo a Canadá, pero quién lo puede asegurar en este momento), y después nos perdimos para encontrar la salida del free shop (creo que hicieron mal en seguirme a mí), tuve la ilusión de que se iba a armar un mini team para pasar las horas de desolación aeroportil juntes, pero nos dispersamos y ahora vamos como fantasmas vagando entre el primer y segundo piso de este lugar, sin cruzarnos, pero extrañamente yo siempre los termino viendo de lejos (¿tendré mal olor? Al menos puede que no tengan covid y estén oliendo).

No sé si es más divertido esto que seguir el hilo cronológico de los sucesos y contar cómo terminé llegando finalmente hasta aquí, los hisopados negativos las despedidas los miedos atravesados. Los aún pendientes. Pero es que ahora estoy acá, y este momento no puede ser más presente. Lo vivo y lo narro fresquito como espero que sea este jugo de naranja que me estoy tomando, sabe rico y emocionante y no sé si al apoyar mis labios en el vaso de plástico que lavé con mis dedos embebidos en alcohol en gel para hacerme la ecologista que no acepta sorbetes sin pensar aún en modo pandémico, el gerundio ayuda, vamos haciendo lo que podemos.

Me esperan cosas que no tengo ni la menor de idea de cómo serán. Dos vuelos más con migraciones en el medio, y después tantos planes, pero todo blanco, porque además de la nieve que seguro está cayendo en este momento, siento que todo puede pasar.

Ayer, buscando unas fotos, encontré un cuaderno mío del 2015, de la época en que estábamos por irnos a nuestro gran viaje con Ger. Lo abrí en una página en la que había un dibujo copiado de una foto mía con Toño que nos sacó una alumna de esas épocas, y un texto que se ve que escribió Anita cuando she has come unstock in time como Billy Pilgrim, mandándome mensajes desde el pasado, hablándome del “sentimiento de que todo lo que está por pasar es nuevo, el vértigo, la inseguridad. Empezar (o seguir) el juego de arriesgarme, no importa si la decisión después está mal. Porque en realidad, todo va a estar bien, siempre”.



Hoy me levanté a las 4 de la mañana.

Leo a Amy Fusselman: “Quiero dormir un sueño que sea como la nieve”.

Quiero que mi preocupación sea una sola. Cierro los ojos y se me aparece la imagen que me hice de la cara de Pepu cuando me escribió que, cuando supieron que se iban a ir por un año a vivir a Canadá, lo miró a Pablo a los ojos, y seriamente, le dijo: “en Canadá no hay bidet”.

 

 

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