Pero claro...
Si pensamos dos
minutitos, tiene mucha lógica. Me propongo un viaje que lleva como
bandera la frase “vivir de vacaciones”, y a las semanas consigo
trabajo en un lugar en el que la gente... Viene a vacacionar. Y vivo
ahí. Es raro, lo sé, porque yo estoy trabajando y ellos no, pero
estamos siempre en contacto, y aunque muchas veces los turistas no
entiendan que es mi trabajo, compartimos el tiempo y el espacio
vacacional. Y eso se parece mucho al espíritu de vivir de
vacaciones, si se quiere y se pone un poquito de buena voluntad.
Obviamente no se
parece mucho a las vacaciones el dolor de cabeza con el que salgo
muchas veces de trabajar, pero ¿qué puedo decir?, salgo y veo una
manada de camping-cars, de casitas rodantes en fila, una detrás de
otra, cada una con su patente francesa u holandesa o alemana o vaya a
saber una de dónde, con sus sticker y sus adornos, hace poco vi una
o dos que hasta habían sacado fuera lucecitas de colores para las
veladas nocturnas bajo su techito desplegable. A veces se vislumbran
adentro una o dos cabezas mirando televisión (sí señor, la gente
viene a un camping para ver televisión, si me habrán pedido cambiar
de lugar solamente porque el “satellite” no les cacha bien la
señal), dos o tres pares de zapatillas en la puerta, muchas veces
una mesita y varias sillas, palanganas con la ropa sucia de dos o
tres días de viaje en la ruta. Es divertido ir caminando a las 7 de
la mañana por ese pasillito de árboles y camping-cars fantasmas,
mientras la mayoría duerme, e imaginarme todo lo que puede pasar
dentro de cada pequeño mundito en el que muchos aman alojarse
durante días, semanas, meses. No puedo evitar pensar en el Lobo y la Osita, siempre latiendo conmigo y con nosotros desde antes del
principio de este viaje. No puedo evitar esquivarle siempre a las
casualidades y sentir que el camino es bondadoso y aventurero
conmigo, con nosotros.
Estos días fueron
algo difíciles porque Ger estuvo en conflicto con su trabajo, ya se
sabe que ser mozo no es más agradable que ser recepcionista, menos
si a eso se le suman tareas varias de mantenimiento del lugar y otros
condimentos que por ahora no voy a mencionar, salvo el más
importante: que justo cuando yo salía de trabajar, él entraba, y
que sólo nos pudimos ver con tranquilidad en nuestro franco semanal,
y en dos horas de pausa que tuvo a la tarde todos los días, en los
que eventualmente nos jugamos un truco o nos tomamos un mate (que yo
me tomé porque él no quiere, pero ¡qué felicidad, con mi
yerbita!). Hablo en pasado porque como dije el camino es generoso, y
finalmente a partir de la semana que viene nuestros horarios van a
coincidir mucho más, con suerte vamos a aprovechar las tardes para
hacer lo que se nos de la gana.
Así que hoy hay
otro clima, metafórica y literalmente, por contraste con los días
tristes y soleados del resto de la semana, hubo nubes y humedad desde
temprano, pero estamos contentos. Planeando ya los viajes de
septiembre, el tan ansiado mes en que este trabajo de vacaciones va a
dar paso a unas merecidas vacaciones de pé a pá, hechas y derechas,
como dios manda, o el camino, o vaya una a saber qué.
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